Antes de encontrar mi verdadero “yo” tenía que dejar atrás todo que había consumido y presionado mi energía de vida. Por eso crei un mundo mágico: El Änderland (País del cambio). Y aunque aqui también había espantos y monstruos yo mantenía el Control absoluto sobre este mundo. Así ese mundo magico en mi libro colindaba con un mundo “real” en el que me había sentido entregada y rechazado muchos veces. El cuento de curación dentro de mi novela autobiografica tenía el mismo efecto que una pomada: Todavía se podían ver las cicatrices del padado. Pero no me parecían tan feas que yo les escondía.