Eso es mi perro de asistencia. No tiene más que un año y está aprendiendo. Yo le entreno sobre la supervisión de mi entrenadora de perros. Como mi vida “antes de Kalle” era una pesadilla de levantarme o salir de casa durante los fines de semana ahora tenía que estár más organizada. Y eso es el secreto: No lo hubiera logrado “sólo” para mi. Creo que muchas veces es más facil de hacer algo por otros que por sí mismo. Ya cuando Kalle está ladrando a la luno, viejos vecinos o a tachos de basura yo me pregunto sinceramente quién está ayudando a quién aquí J. Es verdad que con el perro tengo más trabajo que antes. También parace que Kalle “olvida sus lecciónes” completamente cuando está fuera de la casa. Pero no es así: Como yo el perro está distraedo de milles de olores, ruidos y moviementos. Y cuando le resulta facil de traerme cosas en casa el les deja caer y les olvida completamente cuando estamos en camino.

Morrie Schwarz[1] ha dicho una vez: “Como niños y como abuelos necesitamos la ayuda de los demás. Pero aquí viene el secreto: También necesitamos los otros en los años intermedios.”

Que eso es la pura verdad yo aprendí cuando Kalle se había huido de casa: Todos los vecinos en nuestra calle venían en busca del perro. Nosotros lo encontramos y lo traimos a casa. Esta tarde yo compendí que Kalle me habia ya ayudado: Nuestros caminos cotidianos me habían puesto en un contacto positivo con mis vecinos. La alegría constante del perro cuando podía “esnifar el mundo afuera” me había levantado de mi isolación y del sentimiento que todo es “demasiado”. Sin darme cuenta yo había mirado sobre mi “pared de angustia y depresión” y dejado de vivir en el pasado. Y tambíen ahora, cuando he logrado a “alcanzar” el fin de semana y cuando necesito que dormir mucho por el exhausto y la sobrecarga sensorial mi compañero peludo está allí conmigo detrás “esa pared” oscura. Y eso es que yo quería compartir con vosotros: Si a veces parece inutil de continuar trabajar con un animal y piensas que estas solamente dando sin recibir nada al reves-los animales te lo van agradecer. Cuando Kalle me lamas mis manos o se sienta detrás de mi en la cola del supermercado para “protegerme” yo sé que todo no ha sido en vano.


[1] Albom, Mitch, Tuesdays with Morrie, New York 1997.

Written by Renate Weber