¿Cómo llamar a mi niño?

¿Cómo llamar a mi niño?

Todos los padres tienen que ponerse en esa cuestión. Muchas veces madre y padre tienen una ilusión concreta de cómo llamar a su bébe. Nosotros, como niños y posiblemente también cómo adultos no nos damos cuenta porque llevamos este nombre. Algunos cambian su nombre porque no les gusta o porque quieren olvidar la historia detrás del nombre: su propia historia.

¿Porqué estoy escribiendo todo esto? Porque me he dado cuenta que mi proprio nombre “Renata“ influyó en como me miraban mis padres y en cómo  me miraba yo.

Independientemente de como fue  nuestra infancia, estamos influidos por las perdidas,  los ídeales o el orgullo sobre nuestro nombre. No nos damos cuenta que pasamos todo esto a la próxima generación: A nuestros hijos. Eso se pasa sobre todo cuando damos a nuestro niño un nombre que nos recuerda a una cierta persona. Y aquí viene el problema: Los padres ven en el hijo recien nacido algo que no puede ser suyo.

Cada vez, cuando los padres miran al niño ven al mismo tiempo la persona que inicialmente llevaba este nombre. En este momento los sentimientos conectados con esta persona se pasan al niño. Más tarde se identifica con la persona de la cuál está nombrada sin darse cuenta.

Para mi propia vida esto significa que yo tengo una conexión con mi tía Renata. Renata crecía en la Alemania del Este durante la Segunda Guerra Mundial.  Mi abuela casi nunca estaba en casa. Trataba de vender ropa hecha a mano para conseguir algo de comer.

Su primer marido había muerto en Rusia por un tiro en la rodilla y desangrado detrás de la línea de combate. En la postguerra la gente pasaba mucha hambre, sobre todo en el sector del Este ocupada por  Rusia. Renata era la que estaba más afectada por la enfermedad del Typhus. Los autoridades no permitían a su madre visitarla en el hospital para minimizar el contagio de la enfermedad en la población.

Una y otra vez, pregunté a mi madre por esa tía Renata. Me la imaginaba en el pasillo en el hospital. Sentía lo sola y desesperaba que se debía haber sentido. En esos días toda la gente sabía que nadie salía del hospital vivo. Por eso mi abuela había tratado la enfermedad de sus hijas en secreto. Pero como Renata sufría tanto de los mareos del Typhus una vecina informó a las autoridades. El mismo día mí abuela tenía que llevar a la niña exhausta al hospital en su vieja bicicleta. Cuando llegaron mi madre vio las circunstancias de desesperación en el hospital: no había suficiente espacio para todos los pacientes ni medicamentos adecuados.

10 días después Renata murió. Como mi abuela no tenía dinero para un ataúd dío su viejo armario a un carpintero para que lo tranformara en un ataúd. El día del enterramiento mi madre miró al cuerpo hinchado de su hermana. Después, cuando el sacerdote bajaba el pequeño ataúd a la tierra mi madre recordó que el nombre de Renata significaba volver a nacer. En este momento fue cuando decidió llamar a su primera hija “Renata“. 33 años después yo veía la luz del mundo. Desde  pequeña yo sentía una profunda tristeza y lloraba sin saber porque.

En la actualidad, me he dado cuenta, que de pequeña yo sentía que tenía que satisfacer las expectativas de mi madre para llenar el vacio, que ella tenía, por la perdida de su hermana.

Esa „conexión“ duró hasta que un día en la consulta de mi terapéuta hice una „reunión“ de familia imaginaria.

Todos los familiares estaban representados por almohadas en forma de cruz.

Raro como un sueño: la almohada que repesentaba a mi tía me dijó: -“Dejame llegar al final. No quería vivir más. Estoy bien donde estoy ahora. Tienes que vivir tu propia vida.“

 

 

 

 

 

Pero yo no quise dejarla ir. Toda su vida fue un sufrimiento continúo, toda mi vida yo tenía la sensación de no estar sóla sino accompañada por ella. Con un profundo dolor y llorando  me despedí para siempre de mi tía. Era el camino hacía mí misma. Escribiendo de mí tía en mi autobiografía y dandole un sitio en mi página web WIEDERGEBORENE.de me ha aliviado. Dejé su alma honrada y también tranquila. Ahora yo puedo ir adelante en busca de mi propio sitio en el mundo.

Written by Renate Weber