¿Qué es “el día de la escoba”? Es el día cuando comprendí un poco más de la vida, de los errores y –sobre todo del “juego de la culpabilidad”. Cuando yo tenía 9 años fue abusada sexualmente de un miembro de mi familia. Desde entonces y aunque tendría que haber sido al revés-yo me sentía culpable y tenía verguenza de “ser yo misma”. Mi madre trataba “el asunto” como un tabu. Así que yo creí que todo había sido mi culpa porque yo amaba mi familia y naturalmente mi familia me amaba también. Mucho más tarde como adulta me encontraba frequentemente en situaciones (privadas o del trabajo) cuando la gente me criticaba por haber cometido un error o –si no había cometido un error- me “duchaban” en sus agresiones. Como una parte de mi todavía creía que yo no “podía tener razón” casi nunca me defendí en esas situaciones. Como consquencia yo era la “victíma ideal” para todos que no confrontaron otros con su rabia en las situaciones de donde venia esa rabia pero usaron el “juego de la culpabilidad” de echarse de su basura interior. Eso era así hasta el “día de la escoba”. Era un día normal, me levanté temprano, iba a caminar con mit perro Kalle y me preparé para el trabajo. Cuando abrí la puerta de mi apartamento para salir encontré allí una escoba, mi cepillo de mano y mi pala lleno de suciedad. Al lado estaba una carta de mi vecina. Me sentí muy estresada: Era un viernes y el comienzo de un largo día de trabajo. Necesitaba todos mis fuerzas para enseñar los alumnos que tambíen estaban exhaustos después de una semana con muchos examenes. Yo comprendí que si yo leira la carta ahora mi mente sería “ocupada” del asunto todo el día. Entonces decidí de dejar todo así y salir del edificio de apartamentos sin haber leido la carta. En el colegio todo se pasaba bien hasta después de la merienda: Estaba en pie delante de mis alumnos cuando sonó mi téléfono móvil. Eso ma daba un susto porque yo temía que algo había pasado a mis padres. Cuando contesté la llamada era el hombre que camino con mi perro de assistencia cuando yo tenía largos días de trabajo. El me dijo que Kalle se había escapado después de una lucha con otro perro y había cruzado la calle principal varias veces. El perrito finalmente tenía miedo y el “hombre de perros” podía atarlo sin problema. Pero el hombre de perros no quería trabajar con mi perro otra vez. Temía que ese se escapara. Yo me sentía sin energía y le dejo al hombre que le llamara después del colegio. Cuando finalmente regresé a casa Kalle me lamio la cara de alegría. En este momento comprendí que no podía “solucionar” el problema con mi vecina ni persuader el hombre de perros porque solo sentí una rabia inmesa. Entonces tomé Kalle y le ataé en gancho de mi bici y nos hemos ido a los lagos. Duraba una hora de llegar allí y por el camino a casa Kalle podía descansar en su seguidor de perro. Llegando a casa mi rabia se había ido. Entonces leí la carta de mi vecina. Decia que tenía disgusto de usar la escalera porque estaba tan sucia de mi perro, poco después que la limpiadora había limpiado todo. Gemiendo yo tomé mi pala y mi escoba y fregé la escalera del sucio que yo, el hombre de perros y los otros 4 perros del edificio habían dejado allí. Supe que yo necisitaba la tarde para relajarme. Por eso escribi al hombre de perros que le llamara al proximo día quando había pensado y dormido la noche. Antes de dormir a lado de mi perro rebelde y exhausto me pregunté porque en vez de hablar conmigo mi vecina había puesto todo enfrente de mi puerto. ¿Porqué había “elgido” a mi y no a los otros duenos de perros en el edificio? De un punto lejano de mi subconcienté yo sabía la respuesta: Esas situaciones se repetían porque yo me sentía culpable ya antes de que una persona me criticaba por algo. Era un lunes cuando finalmente encontré mi vecina delante de la puerta central. La pregunté porque no me había hablado esa mañana. Intenté de explicarle que muchas veces he limpiado la escalera detrás de Kalle, pero que ya había 3 perros más y que el hombre de perros les llevaba a caminar cada día cuando yo estaba en el cole. Ella me interrumpí varias veces repetiendo todo que ya había escrito en su carta. La prometí que iba a hablar con los otros duenos de perros para “compartir” la liempeza de la escalera. Cuando ella finalmente quería salir por el trabajo y la puerta comenzó a cerrarse detrás ella gritó : “ꜟꜟꜟYo quiero me devuelves mi escoba !!!”
En este instanté comprendí que sí teniamos un problema de suciedad pero también tenía un problema ella por no comunicar con los respectivos duenos de perros. Cuando mirabe la escoba que todavía estaba al lado de mi puerta comprendí que había sido ella que la había puesto allí y que no era mi responsabilidad de “devolverla”. Entonces dejó esa “escoba famosa” a lado de mi puerto y el asunto que mi vecina no la collecionaba me sorprendía.
Y aunque su critica también contenia “un grano de verdad” yo entendí que independemente de todas las criticas yo era una buena persona. Ese día, el día de la escoba me juraba que nunca jamás me dejaría usar como “contenedor de basura” para otros. Hablé con mi vecina que tenía tres perros y estabamos de acuerdo de compartir la limpieza de la escalera entre nosotros. También hablé con el hombre de perros. Ese había sido de acuerdo con la idéa de caminar con Kalle, el perro estando atado a un cable de remolque durante el camino. Me prometi de limpiar detrás de él. Cuando veo mi “escoba-vecina” la saludo educadamente porque no era ella “el problema”. El problema era que yo no me había tratado muy bien en mi vida asi que cada critica había añadido a mi misería “casera”. La escoba todavía ya se encuentra al lado de mi puerta como un monumento orgulloso del cambio que se ha transformado en mi. Eso es la historia que quería compartir con vosotros, queridos lectores.