La taza se había tumbado y ahore mil pedacitos cubrieron el suelo. Lo cubrieron hasta las esquinas más lejanas de la cocina. Miré el destastre y me pregunté si todo eso bien valía la pena. Es que no tenía paciencia.

Quería hacer lo todo al mismo tiempo. Después de fases de letargía cuando me escondí en mi cama lleno de los impresiónes del día, venieron los momentos cuando lo quería compensar haciendolo todo. En mí rabia que ya había dejado tantos proyectos al lado yo intentaba de hacerlo ahora todo. Con toda la energía que podía encontrar dentro de mí trabajé y trabajé todo que estaba encima de mi mesa. Cuando quería salir a la calle, quería lavar una taza –la unica sucía- antes de irme. Era esa taza que –en no concentrarme en el momento-se destropeó en mil pedazos. Se dice que pedacos de vidrio te dan suerte. Eso pensé cuando empujé al perro para que no se haría dano en sus patas. Cuando coloqué los pedazos y me herindé me pregunté si todo este estrés realmente valía la pena. Parecía que no tenía paciencia con mí misma. Cuando ya había recuperado mis fuerzas todo tendría que estar hecho muy rapido. ¿Muy rapdio? Cuando intenté de encontrar los pedazitos muy pequenos me recordaba de la historia de Momo, de Michael Ende. En esta historia hay un amigo de Momo que limpia las calles. Este dice a Momo: “Cuando tienes una calle larga para limpiar quizás piensas que nunca vas a terminarla. Entonces te das prisa, para terminarla, pero así no llegas más rapido. Tienes que pensar solo en el proximo paso de trabajo y después en el proximo. Así tu trabajo te da alegría sin estrés.”

Cuando miré mis mil pedacitos y el trabajo que me daban, pensé que el hombre en la historia tenía razón.

Ya me costaba más de limpiar los pedazos de la taza que de dejarla para limpiar cuando yo rentraba más tarde.

Y me pregunté si yo realmente me hize un favor en corriendo por la vida intentando de “atraparlo todo”.

¿Realmente era tan importante de hacer todo al mismo instante? ¿En la casa, el trabajo, en mis proyectos? Yo empecé de dudarlo. Decidí de hacer más pausas entretanto. Y así estos pensamientos han un poco tardo en compartirlos con vosotros, queridos lectores.

 

 

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